viernes, 2 de febrero de 2018

Karma en el agua

Estaba cansada, pero aún tenía que caminar un poco más. Acababa de dejar el coche de la empresa y tenía que llegar al mío. La lluvia de aquel día había sido molesta, había entorpecido mi trabajo por momentos y, la verdad, también había conseguido desganarme un poco. Pero, ahora, las nubes descansaban, ya había acabado la jornada y, por fin, me iría a casa. Una buena ducha relajante era lo que más me apetecía.
Sonreí para mí misma al ver el gran charco que se había formado cerca de mi coche.
- No estaría nada mal pasar por encima del charco con el coche, justo cuando pase alguien caminando al lado -pensé traviesa.
Y terminando de escuchar en mi mente aquellas palabras, un vehículo pasó por mi lado, sobre el charco, a la velocidad suficiente como para que el agua volara hacia mí, mojándome de arriba a abajo.
Por un instante, permanecí quieta, incrédula. Luego, quise enfadarme con el conductor.
- Bien bonita me ha dejado -le reproché. Y tuve que reír para mis adentros: mi divertida idea se había vuelto contra mí misma, y ya no era tan divertida.

Antonia Alemán, febrero de 2018

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